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Comunicación en tiempos de la Ley Karin: del control a la influencia.

Uno de los motivos más frecuentes por los que hoy los líderes llegan a procesos de coaching tiene que ver con cómo se comunican. No se trata solo de hablar en público, dar feedback o enviar un correo más claro. El verdadero desafío aparece cuando hay que pedir resultados, corregir errores o empujar a un equipo bajo presión, sin que eso se traduzca en exigencia sin empatía o en prácticas que dañen el clima laboral.


La entrada en vigencia de la Ley Karin ha hecho aún más evidente este punto. Las organizaciones ya no pueden mirar hacia otro lado frente a estilos de liderazgo que generan malestar o que confunden “presionar” con “lograr desempeño”. Hoy, más que nunca, se espera que un gerente sepa influir con claridad y humanidad, construyendo relaciones de confianza que sostengan los objetivos.

Aquí es donde el coaching se vuelve una herramienta estratégica. En un proceso bien diseñado, el líder:

  • Cuestiona creencias instaladas 

  • Explora nuevas formas de comunicación

  • Modifica hábitos conversacionales 


El paso clave no está en “endulzar el mensaje” ni en caer en fórmulas políticamente correctas. Está en aprender a decir lo necesario con firmeza, pero sin perder la conexión humana. Esa es la frontera donde se juega hoy la legitimidad del liderazgo.


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Un cambio cultural en la percepción del trabajo y bienestar

Si miramos más allá de la Ley Karin, lo que está ocurriendo es un cambio cultural profundo. Las nuevas generaciones no conciben el trabajo únicamente como un medio para obtener ingresos. Lo evalúan también como un espacio donde se construye identidad, sentido y bienestar. Y en esa ecuación, la calidad de las relaciones laborales ocupa un lugar central.

Lo que hace apenas una década se consideraba “aceptable” en la forma de comunicarse —la falta de validación, la amenaza velada, la poca escucha— hoy no solo genera rechazo, sino que se interpreta como un quiebre en la confianza y en la seguridad psicológica.

La seguridad psicológica es un factor crítico de éxito para las organizaciones que quieren crecer en resultados y, al mismo tiempo, consolidar cultura, compromiso y clima positivo. Sin ella, la innovación se frena, el talento se desgasta y la rotación se acelera.


Comunicación como motor de cultura

Por eso, hablar de comunicación asertiva no es hablar de “blanduras” o de “estilos personales”.Es hablar de la base cultural sobre la cual se sostienen los resultados. Un liderazgo que comunica desde la escucha, la empatía y la asertividad no solo mejora el ambiente, genera adhesión, moviliza equipos y asegura continuidad en los objetivos de negocio.


La invitación es a dejar de pensar en la comunicación como un accesorio y entenderla como un motor, el que define si un líder controla desde el miedo o influye desde la confianza.

 
 
 

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