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¿Es suficiente el match cultural? Tal vez no. Hablemos del "Bond".

Mucho se ha dicho sobre la importancia de lograr un buen match cultural al atraer nuevos talentos. Y es cierto: encontrar a alguien que comparta valores, estilo de trabajo y visión profesional es una buena base. Pero, con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que eso no basta.


Lograr que una persona no solo se integre, sino que realmente se proyecte y crezca en una organización, requiere algo más profundo. A eso lo llamamos Bond.

Para explicarlo simple: pensemos en una app de citas. Dos personas hacen match porque tienen intereses comunes, edades similares y estilos compatibles. Pero ¿eso garantiza que construirán una relación significativa más allá de la primera cita? Claramente no. El match puede generar conexión inicial, pero no asegura compromiso, ni sentido compartido.

Entonces, ¿qué es lo que marca la diferencia?

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Está en el Bond: esa conexión emocional y valórica que se establece cuando hay una resonancia auténtica entre lo que busca el candidato y lo que representa la organización. Un vínculo que no solo atrae, sino que compromete y proyecta.

El Bond ocurre cuando alguien se siente parte de algo más grande que una buena oferta laboral. Cuando está dispuesto a flexibilizar ciertas condiciones que creía indispensables, porque la visión del equipo y el impacto del rol calzan con su proyecto profesional —y muchas veces, también con su proyecto de vida.


Pero para que esto ocurra, hay una condición imprescindible: honestidad brutal.

El Bond no se construye sobre promesas infladas. Se construye sobre la verdad. Sobre mostrar cómo realmente es la cultura organizacional, el estilo de liderazgo, las exigencias cotidianas y los desafíos del rol.

No adornemos el relato. No prometamos lo que no existe. Porque esa honestidad no espanta candidatos: atrae a los correctos.


¿Alta carga laboral? ¿Un equipo dañado que necesita reconstruirse? ¿Un entorno exigente, con presión y resultados que aún no acompañan? Dilo tal como es. Ser claros sobre los desafíos no aleja a las personas adecuadas: más bien, atrae a las correctas.


Todos queremos hablar de innovación, autonomía, equilibrio vida-trabajo y liderazgo colaborativo. Pero ¿realmente lo ofrecemos? ¿Estamos siendo coherentes entre lo que comunicamos y lo que vivimos?

Prometer lo que no se tiene genera frustración, desilusión y rotación. Decir la verdad, en cambio, permite que las personas tomen decisiones informadas. Que lleguen convencidas. Que quieran quedarse.

 
 
 

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